El altivo y el humilde

A una mujer de actitud altiva la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra. La mujer llamó a la azafata y le pidió  que la cambiaran de sitio "porque no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable". La azafata argumentó que el vuelo estaba lleno, pero revisaría en 1ra clase a ver si podría encontrar algún lugar libre para solucionar este problema. Los demás pasajeros observaron con disgusto aquel hecho. La mujer estaba feliz y levantaba el rostro en señal de triunfo porque la sacarían del asiento para llevarla a un lugar de clase, donde ella debería estar y fuera del hombre de raza. Al regresar la azafata le dice: "Discúlpeme señora, efectivamente el vuelo está lleno, pero afortunadamente encontré un lugar en 1ra clase. Consulté con el capitán y me indicó que efectivamente no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable". La señora conforme y orgullosa se levanta del asiento; pero la azafata voltea y le dice al hombre de raza negra ¿Señor, sería Ud. tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?. . "Todos los pasajeros del avión ovacionaron la acción de la azafata". 

Dios resiste al orgulloso y exalta al humilde, es así que El sabe cuántas veces te dañaron con acciones y palabras, sabe de tus lágrimas y tú dolor, pero sana tus heridas y mas aun te recompensa si eres humilde de corazón. Ora por estas personas que creen que tienen el derecho de lastimar a los demás por tener una posición económica, social, intelectual o moral, para que un día ellos conozcan verdaderamente a Dios y cambien su orgullo por humildad. Tu puedes ser, con tu testimonio, aquel que le muestre cual es el camino a su libertad.

Jesús un día enseño en Lucas 18: 9 al 14 sobre estos 2 tipos de personas, con la parábola  " El fariseo y el publicano". El fariseo, quien decía ser  un conocedor y hacedor absoluto de los mandatos divinos, y que era el ejemplo para los demás, y el publicano que era un recaudador de impuestos, odiado por los demás por cobrar a su pueblo mas de lo que la ley les exigía; ambos oraban en el templo. El fariseo oraba admirándose asi mismo, sintiéndose mas que los demás, mientras que el otro reconocía su pecado y se arrepentía avergonzado y en humildad. A lo que Jesús enseña: "Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido".  

Bendiciones, 

Sonia



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