Una vez hubo una extraña asamblea en la carpintería. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. La causa? Hacía mucho ruido! y además se pasaba todo el tiempo golpeando.
El martillo acepto su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entro el carpintero, se puso el delantal e inicio su trabajo. Utilizo todas las herramientas. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo cofre.
Es así que deciden continuar con la asamblea. Fue entonces cuando tomo la palabra el serrucho, y dijo “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos pero el carpintero trabajo con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en lo malo y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afirmar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad.
Cada uno de nosotros somos una pieza importante del rompecabezas y al unirnos podemos ver el propósito de Dios para nuestras vidas. Aprendamos a mirar el lado positivo de las personas y trabajemos siempre en equipo con palabras que edifiquen no que destruyan
1 Corintios 1:10 "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer".
Bendiciones,
Sonia